BEE FEB 2019
Misión Santa Gertrudis, BC
Nuestros amigos de Guerrero Negro nos han invitado por al menos 10 años a ir a las Fiestas Patronales de la Misión Santa Gertrudis, celebrado generalmente entre el 14 y 18 de noviembre. Este año se coincidieron nuestras agendas y nos fuimos. La misión se encuentra alrededor de 73 km de la carretera transpeninsular y solo a unos 8 km al norte del paralelo 28. Para llegar tomas un camino de grava por 35 km al noreste hasta llegar a El Arco. Desde allí sigues en un camino de terracería, de vez en cuando nivelado, por unos 37 km más al este hasta llegar a la misión.
Se ubica la misión en el Cañón de Santa Gertrudis en las franjas de las Sierra Santa Agueda. El área se encuentra dentro del Área Protegido de Valle de los Cirios y justo fuera del la Reserva de la Biósfera el Vizcaíno. Se puede describir mejor el área como estar en el medio de la nada en la ecorregión del Desierto Central de Baja California. Hay algunos ranchos en el área. En línea recta está a unos 30 o 40 km desde el Golfo a través de las sierras.
Los huracanes que pasaron al final del verano, Sergio en los mediados de octubre y posiblemente la franja de Rosa en septiembre, dejaron muy verde y próspero el desierto. Se podía ver claramente el legado de Sergio más cerca de la carretera desde alrededor de Km 90 al norte de San Ignacio hasta el crucero a El Arco y entre 5 y 10 km tierra adentro al este.
Las flores silvestres cubrieron algunas áreas del llano, antes y después del crucero. Estos son los brotes que habíamos visto cuando pasamos al sur en los finales de octubre. Ahora, muchos alcanzaban de 8 a 12 cm de altura y se llenaban de flores (y herbívoras).
La alfombrilla (Abronia gracilis) con Vizcaíno Sun Cup y Hielitos (Mesembryanthemum crystallinum, no nativa).
Una variedad de brotes nuevos: Garbancillo (Astragalus magdalenae, center), Onyxflower, Wooly Plantain y Huizapol (Cenchrus palmeri).
La Polilla Colibrí tiene una gran variedad de etapas larvales.
Al salir de la carretera, el camino de grava a El Arco es recto y cruza al este a través del Llano del Berrendo.
El Llano del Berrendo es plano, con vegetación esparcida y dunas donde empezaron a brotar las flores silvestres.
Vista desde la subida hacia el sur y la Sierra San Francisco a través del Llano del Berrendo.
En el pueblo, se divide el camino; el camino principal sigue al noreste hacia El Barril y San Francisquito en el Golfo.
El camino a Santa Gertrudis estaba de buena condición porque, nos habían asegurado nuestros amigos, se habían realizado mucho trabajo en anticipación de la fiesta.
Bajadas volcánicas...
...tramos muy largos por los arroyos y llanos arenosos...
...y por las mesas volcánicas.
Un cruce de un lecho arenoso de un arroyo. Los árboles son Palo Blanco (Lysiloma candidum) al extremos norte de su distribución en esta región.
Apretándonos entre el cardonal gigantesco. Es una versión desértica de manejar por los Árboles Grandes de California.
Vizcaino Sun Cup (Eulobus sceptrostima, Onagraceae). Una planta endémica.
Wooly Plantain (Plantago ovata), con brotes de Onyx Flower (Achyronychia cooperi).
Probablemente es uno de los instares nuevos de la Polilla de Colibrí, una polilla común del desierto que aquí está abriendo camino al devorar la hediondilla y amarantos (sobre la oruga).
Hubo al menos tres variaciones de color, pero no seguía buscando más. Hubo centenares de ellos.
El camino a El Arco está bien mantenido hasta el pueblo, sin duda debido a los intereses mineros. Vimos ningún otro carro.
Sorprendentemente el camino gana alrededor de 200 m de altura al llegar a una cuesta baja unos 2 o 3 km antes del pueblo.
El Arco es un pueblo pequeño donde la compañía minera Grupo México intenta iniciar la extracción de cobre.
La mayor parte de los edificios originales de adobe están en ruinas.
Era un camino de un solo carril que pase por un paisaje sorprendentemente diversa:
...unas partes serpentinas a lo largo de los afloramientos rocosos...
Los bosques de Cardón (cardonales) fueron los más densos que habíamos visto nunca.
Pasando por un cardonal. Algunos de las plantas entre los cactus incluyen: Palo Adán (Fouquieria diguetii), Lomboi (Jatropha cinerea), Mezquite y Palo Fierro (Olneya tesota).
Nos acercamos a Santa Gertrudis, con el sol del atardecer dando sombras y más profundidad a las paredes del cañón.
Algunas plantas adicionales no mencionada arriba en el texto incluyen: Pitahaya dulce (Stenocereus gummosus) y Sarampión (Schaefferia cuneifolia) primer plano; y Candelilla (Euphorbia lomelii).
Los cardones eran masivos.
Alguna vez llegado al desierto más alto entre El Arco y Santa Gertrudis (me sorprendió averiguar que está a más o menos la misma altura de las sierras al oeste de Mulegé, de 250 a 450 m) hubo menos flores pero todas las plantas estaban muy frondosas.
Tomando un inventario mientras íbamos, noté que las plantas más comunes que veíamos fueron básicamente las mismas que encontramos en Mulegé: Lomboi (Jatropha cinerea), Torotes (Bursera microphylla y B. hindsiana, Palo Adán (Fouquieria diguetii), Mezquites (Prosopis articulata y P. palmeri), Gobernadora (Larrea tridentata), Palo Verde (Parkinsonia microphylla), Cholla pelona (Cylindropuntia cholla) y Cardón (Pachycereus pringlei). La mayoría de ellas se pueden ver en la foto a la derecha.
Sin embargo, habían al menos dos plantas comunes y endémicas al área (que no se encuentran en la costa del Golfo): Maguey (Agave cerulata var. subcerulata) y Datilillo (Yucca valida). Una tercer especie, Clavelina (Cylindropuntia molesta var. molesta) puede ocurrir en la costa, pero al menos no en el área de Mulegé.
La Misión
La Misión Santa Gertrudis la Magna de Cadamán fue fundado en 1752 por los misioneros jesuitas y el edificio de cantera fue terminado en 1796. Se construyó explotando la labor de los indígenas locales, los cochimíes, de los cuales descendieron nuestros amigos. Lea más sobre la historia.
Nos quedamos dos noches en Santa Gertrudis en una cabaña muy rústica, conviviéndonos con nuestro amigo, su mamá, tío, hermano y otra amiga. No nos interesaba asistir a las masas en la misión ni bailar hasta la madrugada, pero exploramos el pueblo, la misión y su museo y miramos las plantas del área.
El centro de Santa Gertrudis. La tienda (frente) y las cabañas atrás y a la izq.
Se sacó la piedra de cantera con las herramientas manuales; sus rasgos todavía son visibles.
La vista desde atrás de la misión. El edificio está en forma de una L y las paredes miden cerca de 50 cm de ancho.
Uno de los dos museos pequeños está localizada dentro de la misión.
El altar para Santa Gertrudis, ubicado en el patio trasero de la misión.
La procesión de los devotos; llevan la estatua de la Santa Gertrudis.
La Misión Santa Gertrudis la Magna de Cadamán.
Se excavó y se llevó la piedra desde la ladera al este de la misión.
Las ruinas de un edificio separado al sureste de la misión, cerca del campanario.
Hay artefactos e historias de las familias locales.
La mera Santa Gertrudis. Estas estatuas muchas veces están llevados entre los pueblos más remotos para una visita, y entonces se la devuelvan a la misión patronal acompañadas por una cabalgata.
La cabalgata acabó de llegar (unas horas atrasadas) después de pasar unos 30 km desde un rancho “cerca”. Para esa hora, muchos de los vaqueros ya habían tomado al menos una cerveza demasiado. Hubo vaqueras, niños y bebés también en unos de los caballos.
Dado que éste fue nuestro primer viaje a Santa Gertrudis, no sabía qué esperar en cuanto a la geología ni la biología. Me sorprendió ver unos montículos de piedra granítica, uno por el arroyo y el otro atrás del pueblo formando una mesa y ladera con las piedras volcánicas. Su presencia me motivó a buscar los musgos y helechos dado el éxito que tuve el mes pasado a la misma altura.
Caminata en el Arroyo Santa Gertrudis
La vista desde la misión, mirando el arroyo abajo y al sureste.
En mi primera salida por el arroyo en la tarde, serpenteaba entre las piedras, admirando las piedras grandes y pintorescas...
Un Zalate (Ficus petiolaris) fundido a la roca granítica. Las raíces de abajo parecen ser separadas...
Muchas piedras grandes en el arroyo. La gente local dicen que desde pasaron las crecidas entre 2013 y 2015 el arroyo es mucho más ancho y que hay menos agua en las tinajas.
... …y sus plantas acompañantes, en muchos lugares estas brotan desde las grietas en las piedras: Lomboi, Torote, Zalate.
...…pero sí mantiene el árbol vivo arriba. Costaba mucho distinguir las raíces de la piedra en muchos lugares.
El paisaje fue increíble, pero cuando estaba al punto de rendirme después de pasar por bajo y alrededor de los arbustos por una hora buscando los musgos, un destello de verde en una grieta vertical entre dos rocas grandes atrajo el ojo. Hasta este punto todo lo verde que había visto resultó ser los líquenes, pero esta vez era un pedazo de musgo verde olivo que medía unos 20 cm por 2 cm. ¡Victoriosa! Tomé algunas fotos, recolecté unas muestras y regresé al campo.
La grieta estaba a un 1.5 m sobre el suelo.
El musgo ya mojado bajo el microscopio, con un aumento de 10 a 12 veces.
La Mesa Granítica-Volcánica
De nuevo en el campo me sentía inquieta y, después de una siesta corta, lista para seguir la lucha. Decidí investigar la mesa sobre el sitio donde nos quedábamos. Subí un sendero corto y escarpado y entré al matorral denso donde encontré una mezcla rara de lava y granito.
El afloramiento granítico que bordea el pueblo y un muro nuevo de piedra cantera.
Las piedras graníticas y volcánicas entremezclan aquí.
El sendero era fascinante: canales erosionados por el granito degradado y bien empacado. Esta bailarina caprichosa (Bursera microphylla) me hizo reír.
Encima de la mesa/afloramiento. El granito está mezclado con las cenizas volcánicas.
Vista de la misión desde la mesa.
Un trozo de vida en la mesa (en sentido horario): Torote, Palo Adán, Cholla pelona, Pitahaya dulce (Stenocereus thurberi), Clavellina y Flor de Campo (Ruellia sp.). Se esconde también una Viejita pequeña (Mammillaria dioica) en algún lugar.
El sendero estaba abierto y al llegar a la cima estaba fácil serpentear entre las piedras graníticas. La vista era espectacular. En este paseo encontré muchos líquenes coloridos y un montículo pequeño de helecho. Pero no vi ningún musgo.
Un helecho seco no identificado. No es muy atractivo aunque parecía brazos de pulpo.
En el afloramiento/mesa mirando al noroeste en el atardecer. En la media distancia están algunos ranchos y entonces el lecho del arroyo. El área parecía un jardín botánico bien mantenido.
Biznaga (Ferocactus sp.).
De nuevo en la mesa, esta vez en la mañana. La vista de la foto anterior sigue aquí, río arriba en la dirección de El Arco.
Estaba convencida de que había musgos en el área. Era un hábitat árido y parecido a Cataviña donde había encontrado algunos en varios sitios, varios aún creciendo en pleno sol encima de las rocas. Pero con la luz fallando, estaba decidida regresar la próxima mañana para continuar la búsqueda.
Cuando regresé creo que revisé el lado norteño de cada roca allí. Poco a poco subí la ladera, pasando por el área entera. Y ni un solo musgo—aunque encontré otra especie de helecho.
Ya con mucho calor y bien cansada, estaba dispuesta a darme por vencida cuando eché un último vistazo a una piedra antes de bajar la mesa (mi pareja ya había decidido dejar de buscar hacía una hora y me esperaba abajo en la mesa, vigilándome). Allí, en el lado norte de esa piedra encontré un pedacito prometedor. Al tratar de investigarlo más cerca, me parecía completamente borroso porque ¡se me había olvidado mi lupa! y los lentes que llevaba eran para ver a distancia. Hice lo que era la mejor alternativa: lo rocié con un gran bocado de agua—y se revivió, abriéndose y poniéndose verde de inmediato. ¿¡Un musgo!? Quité unos pedacitos para la muestra y seguí bajando la ladera. Pero cuanto más pensaba en la identificación al caminar, más dudaba que fuera un musgo. Tendría que verificarla al regresar al campo.
Lo que podría ser un musgo, mezclado con algunos líquenes.
Otros líquenes cerca.
De nuevo al fondo de la ladera, pero todavía en la mesa, paré para respirar, tomar un sorbo de agua y abrir una botana cuando me llamó la atención un pedazo grisáceo y aterciopelado en la piedra a lado de mi mochila. ¡No podía creerlo! Lo que era sin duda un musgo (a la izquierda, abajo). Era una capa de musgo casi invisible y mucho más delgada de la que había encontrado antes en Cataviña y la Sierra San Francisco. Posiblemente esta diferencia explicaba la razón por la cual no lo había encontrado antes—esperaba algo mucho más grueso y destacado.
¿Puede encontrar el musgo en esta foto?
¿O en esta?
Y por supuesto, rumbo a encontrar a mi pareja, pasé otra pedazo del mismo musgo (arriba, a la derecha)! Irónicamente estaba a solo 30 cm de unos líquenes amarillentos y anaranjados de que la noche anterior había tomado fotos. ¡Echo la culpa a mis lentes!
Grité, satisfecha de haber encontrado otro musgo, y con una gran sonrisa bajé la mesa al campo. Una victoria efímera…bajo la lupa, mi primera recolecta no era un musgo sino un liquen de tipo escuamuloso con tallos sobrepuestos en forma de hoja.
Sin embargo, todavía me sentía bien satisfecha por el pequeño éxito que tuve con los musgos y helechos en Santa Gertrudis. Había recolectado dos especies de musgo y había visto dos especies de helechos. Lo padrísimo era que cuando regresé a la casa y revisé el liquen escuamuloso bajo el microscopio, al principio solo vi unas pelotas negruzcas y apretados de líquenes secos, pero cuando agregué agua se ponían verdes y rápidamente se abrieron para revelar sus tallos sobrepuestos…y algunas diminutas plantas individuales de musgo bien protegidas adentro (vea los círculos rojos). ¡Zas!
Llegamos al fin por este mes. No tengo ni idea de lo que pasará el próximo mes en cuanto la botánica. Por eso, vamos a ver y ¡hasta la próxima!
Debra Valov—Voluntaria Curatorial